El 31 de enero acaba en La Alhóndiga una enriquecedora y meritoria exposición sobre el 60º aniversario de la Biblioteca Pública de Villanueva de los Infantes.
La muestra, un auténtico homenaje al libro y al lector, es al mismo tiempo un emocionado recorrido por la Historia reciente de Infantes y del Campo de Montiel. En efecto, en estas seis décadas la biblioteca no sólo ha puesto a disposición de todos sus ricos fondos bibliográficos, archivísticos y hemerográficos, sino que ha trabajado de manera incansable para fomentar la lectura, facilitar el acceso a la cultura y estrechar los lazos entre las diversas localidades que conforman el Campo de Montiel.Sobre las mesas, una cuidada y representativa selección de libros agrupados por temáticas, con especial atención a los volúmenes relacionados con Infantes y el Campo de Montiel –infantiles, históricos, manuales escolares y técnicos–. Dentro de cada grupo, el orden cronológico permite comprobar cómo han evolucionado contenidos y formatos.
Mención aparte merecen los libros de fiestas y las revistas de información local, sin olvidar las esmeradas publicaciones estudiantiles o parroquiales. Sus páginas nos hablan de los acontecimientos locales más destacados, pero también del inevitable anecdotario, de modas y lenguajes, de inquietudes y chanzas.
También hay espacio para los documentos históricos y los ejemplares antiguos, en los que algunos hijos ilustres del Campo de Montiel –Femando Ballesteros Saavedra, Santo Tomás de Villanueva y Francisco de Quevedo– ocupan un lugar de honor, junto a varias ediciones del Quijote.
De gran interés es, asimismo, la cartografía decimonónica del término municipal de Villanueva de los Infantes, que, como otros elementos de la exposición, nos acerca al pasado de una manera didáctica y amena.
Completa la muestra un eje cronológico que, a modo de anuario, desgrana los acontecimientos más importantes de cada ejercicio en los planos nacional e internacional, tanto en el campo de la política como en el de la cultura y la ciencia.
Por último, las antiguas fichas catalográficas en papel nos retrotraen a un mundo sin ordenadores ni bases de datos informatizadas. Por su parte, las tarjetas personales de los usuarios, con la caligrafía infantil y fotografías de muchos ya padres de familia, ponen la nota entrañable de la muestra.
Sin duda, un acierto poder palpar los fondos expuestos, una invitación que estimula la curiosidad del bibliófilo y anima al lector menos avezado a acercarse a los libros. Tan sólo, como apostilla, echamos de menos alguna referencia a los nuevos soportes que han enriquecido las bibliotecas públicas en los últimos años, como el DVD y el CD; y a una realidad actualmente en expansión, como el libro electrónico.
En cualquier caso, vaya desde aquí nuestra más sincera enhorabuena a Mª Ángeles Jiménez, titular de la Biblioteca Pública de Infantes y responsable de la exposición, por esta loable iniciativa y por su labor al frente del centro.