El Instituto Español de Musicología (IEM) promovíó en los años 40 y 50 del pasado siglo la recogida de música tradicional española por medio de una serie de Concursos y Misiones Folklóricas. Pedro Echevarría Bravo (Villamanzo, 1905  – Madrid, 1990) fue una de las personas más activas en estos trabajos de campo. El músico burgalés, que por esos años residía en Tomelloso dirigiendo su banda de música, recorrió varias veces las tierras del Quijote recopilando entre sus habitantes, por primera y casi única vez, muestras muy valiosas del folklore manchego.

De las numerosísimas piezas que rescató, por cuestiones económicas, tan solo se pudieron publicar trescientas en El Cancionero Musical Manchego (1951), considerado “la Biblia del folklore manchego”. El resto, más de dos mil, quedaron depositadas en los fondos del IEM, reconvertido más tarde en la Institución Milà i Fontanals del CSIC. Allí han estado ocultas y desaprovechadas hasta que en los últimos meses, un equipo de investigadores del CSIC-IMF compuesto por el Dr. Emilio Ros-Fábrega, la Dra. Ascensión Mazuela-Anguita y colaboradores como Esther Navarro Justicia, iniciaron un proyecto de musicología para digitalizar y difundir por medio de un portal web las canciones y danzas del Fondo de Música Tradicional de la Institució Milà i Fontanals, compuesto por más de 20.000 melodías copiadas en papel y recogidas entre 1944 y 1960 por toda España.

Casi mensualmente se va subiendo a la web http://musicatradicional.eu/es el producto de ese trabajo. La edición de las investigaciones de Echevarría en La Mancha, que comprenden siete concursos, aún está incompleta, pero ya se pueden ver numerosas melodías, letras, informantes, localidades así como un pequeño análisis de cada una de ellas. Entre todas las que recopiló en la región manchega, el Campo de Montiel, que fue considerado por  Echevarría Bravo e investigadores posteriores como poseedor de un folklore propio y del más alto valor etnográfico, mantiene una magnífica representación de piezas, tanto por su cantidad como por su calidad. Todos sus pueblos están presentes, aunque algunos como Albaladejo, Alcubillas, Alhambra, Almedina, Carrizosa, Cózar, Villahermosa o Terrinches aparecen con mayor frecuencia. Mayos, seguidillas, jotas, trabajos de labor, nanas, canciones infantiles y un largo etc. de “palos”, a cual de mayor belleza e interés, aparecen transcritos directamente de la boca de nuestros abuelos.

Se trata sin duda de un legado cultural valiosísimo que debemos ser capaces de apreciar y difundir para que, mediante una correcta interpretación vuelva a disfrutarlo el pueblo. Por otro lado constituye el punto de inicio para investigaciones más profundas sobre la música tradicional de nuestra comarca en las cuales, desde hace tiempo, el CECM ya se halla inmerso.